Cuando nos hacemos viejos...

¿En qué momento de la vida nos damos cuenta, o asumimos que estamos viejos?
 

 
A veces me siento privilegiado porque muchas personas no creen mi edad, siempre me han calculado menos edad de la que realmente tengo. A veces me comporto de forma inmadura, no por maldad o capricho, sino por inexperiencia, pero mi comportamiento usualmente va de la mano de la edad que tengo, mis preocupaciones y acciones son acordes a lo que se espera de un hombre de 43 años. Bueno, digo yo… A los comentarios me expongo!!!
 
Sin embargo, hay días que me siento mas jóven lo que soy, y otros mas viejo. Suelo bromear con mi mamá muchas veces con eso de la vejez, ella no ha perdido esa hermosa costumbre de preguntarme cada vez que me ve salir “¿para donde vas?”, que en absoluto me molesta, es parte de ser madre y así lo asumo, una profesión que aprendió de muy jóven, y, que a pesar de todo, no deja de ejercer (ni dejará de ejercer mientras tenga un mínimo destello de racioncinio), a su manera, con sus momentos, pero siempre ejerciendola como toda una profesional del área. Algunas veces le respondo a esa pregunta “para viejo!!!” y ella en su infinita calma, sabiendo que solo estoy bromeando con ella y con el amor que siempre nos ha profesado me responde “nooooo, tu estas muy joven todavía”. Supongo que esa frase la llevo grabada, en realidad me la creo, en verdad pienso que estoy muy joven, y ayudado con lo bien que Dios me ha mantenido en salud y exteriormente, me lo creo (y me la ponen fácil), y a veces olvido que los años no pasan en vano. Hay días que la respuesta que mamá me da es diferente, y el juego de palabras va un poco mas lejos:
  • Mamá: ¿Para donde vas?
  • Yo: Para viejo
  • Mamá: Para allá vamos todos
  • Yo: Si, pero tu ya llegaste
  • Mamá: jumm muy gracioso te quedó
  • Yo: Ah, ¿pero no es verdad?
  • Mamá: Bueno si….
Hay variaciones, pero no muchas, en esencia siempre es igual.

Lo cierto es que en un punto nos percatamos que los años han pasado, que ya no tenemos la flexibilidad y resistencia de años antes, aunque tengamos la voluntad y la disposición de continuar sin detenerse. El almanaque no perdona. Uno que otro día nos duele aqui o allá, recordamos que hace unos días nos dolía donde mismo, y preguntamos en silencio ¿será que tengo…? y recordamos a todas las personas que tenían un “dolorcito” por allí mismo, y repasamos lo que pudo ser, y como se le curó. Usualmente es solo “una puntada” o "un aire" sin importancia, y el episodio no pasa de allí, o la milagrosa aspirina que todo lo cura sale a nuestro encuentro para deshacerse del mal.

Existen los viejos prematuros. Esas personas que se ven al espejo y de inmediato sienten el camioooooooooon de años que NO tienen, pero que le pesan. Conozco a unas pocas, muy pocas, pero he visto esos casos, espero no parecerme a ellos.

Existen los que nunca envejecen. En las mujeres, salvo contadas excepciones, el cumplir "ticinco" permanentemente, les proporciona la sensación de juventud que la mayoría desea, pero que en verdad no es tal, es solo una falta sensación, como la sensación de seguridad que sentimos cuando subimos el vidrio del carro. 

¿Cuándo asumimos la edad que tenemos?, o tal vez deba preguntar ¿Cuando asumiré la edad que tengo? Espero que nunca, al fin y al cabo la edad es el reflejo de la actitud, y mientras el espíritu se mantenga jovial, el resto es solo envoltura, con deterioro inevitable, pero envoltura al fin y al cabo. Me parece estar oyendo a quienes dicen: Qué irresponsabilidad, que inmadurez, hay que asumir las canas!!!. Cuando digo “espero que nunca”, me refiero a que sentirme que puedo continuar y mantener el ritmo de lo que quiero y me gusta hacer, lo haré, sin dejar de lado las responsabilidades inherentes al cargo, no es vivir la vida loca, sino alocarse de cuando en vez, para vivir la vida, bailar bajo la lluvia, cantar en la ducha, pasarse de tragos.

Mantente sano, mantente jovial.

Gracias por leerme

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