Primero de Viejos Escritos

Quienes me conocen bien, saben que esto de escribir no es nuevo, hace muchos años que escribo por muchas razones, para algunas personas, por motivos diversos. Hace unos años escribí varios correos que divulgué a muchas personas, en ese entonces no exitía esto de los Blogs, pero había extraviado esos escritos, no me quedaba ni una copia en ninguno de mis medios de respaldo.

Hace poco, gracias a mi querida hermanita, logré encontrar algunos de ellos, especialmente unos que deseaba reeditar y compartir en el Blog. Espero los disfruten de nuevo quienes ya lo leyeron y les agrade a quienes lo lean por primera vez.


La Magia de la Música (escrito en junio del 2005)



No se si les ha pasado alguna vez, no creo ser el único que ha tenido la fortuna de contar con un poco de música en aquellos momentos cuando nos sentimos desanimados, tristes, melancólicos, alegres o que sencillamente tenemos un sentimiento que queremos o necesitamos cambiar para enfrentarnos a los problemas de un dia cualquiera.

En mi infancia, no le prestaba un solo segundo de atención a la música, no le dedicaba una sola neurona a enterderla, comprenderla o apreciarla. Y no era que en mi casa no hubiese música.

Mi mamá es una eterna admiradora de la música ranchera, del estilo de los Fernández, Pedro Infante y otros tantos, en su mayoría mexicanos. Personas como Juan Gabriel, Rocío Durcal, Pedrito Fernández, si bien no son sus favoritos, cuando entonan una musiquita vieja, de la época de los 40 ó 50 en su estilo, no pasa mucho rato cuando empiezas a oirla entonando la canción. Su preferido, o al menos el más preferido, Pedro Infante, porque le recuerda los días de cine a los que asistía siempre que la dejaban en su juventud. No es que sea mi mamá, pero tiene una voz espectácular, melodiosa, y cuando canta se convierte en un pequeño angelito en la tierra, bueno si, soy parcial, pero al final es mi mamá, así que por decencia y herencia, debo ser parcial. Y créanme, tal vez no recuerda que hizo con el vuelto del mercado de esta mañana, pero conoce a la perfección la letra de cada una de las canciones, o como mínimo la tararea. Memoria selectiva la llamo yo.

Mi papá, por su parte, gustosamente se sentaba los domingos en la sala, junto al "pick-up" de cornetas grandes, montado en una mesita con uno de aquellos ya inexistentes compartimientos para los "long plays". Pocas veces colocaba uno de aquellos acetatos, era muy raro, pero si tenia una pequeña colección de los desaparecidos "8 tracks". De seguro arrugaron la frente, y no se preocupen, a parte del equipo que había en mi casa, no conozco ni conocí otro equipo 4 en 1 de última generación (última en los finales de los 70's) que tenía: 1 - plato para acetatos, que podía colocar "automáticamente" hasta 4 long-plays sin intervención humana (que tal!!! increible no?, el problema es que el uso excesivo de esta capacidad, rayaba los discos jajajajaja); 2 - reproductor de casetes, el infaltable, de modo que podíamos grabar de disco a casete sin problemas; 3 - radio AM/FM (descubrí que tenia FM, o mas bien que existía algo llamado FM, por allá a principio de los 90's); y 4 - un reprodctor de 8-tracks, un casete gigante, que tenia una duración de tres o cuatro horas, imagínense un casete del tamaño de un CD alargado, con el grosor de dos o tres CD (con caja y todo, con caja de la gruesa). Toda una
maravilla de la tecnología.

Así que los domingos se oia muy temprano en la mañana, junto con el olor del cafecito recién colado, las arepitas en la plancha de la cocina, la mezcla de olores del "salado" para el desayuno, veias a mi papá leyendo su infaltable "nacional" o "universal" o ambos, junto con su taza de café negro y su cigarro, con un fondo de música instrumental del maestro Juan Vicente Torrealba, Anselmo López o de Alirio Díaz interpretando su cuatro, o de alugún otro músico o agrupación que tocase música llanera, del llano adentro, recia, generalmente instrumental. Nada de Simón Díaz, ni Reinaldo Armas, esos no, esos "no tocan música llanera". En alguna oportunidad se presentó en TV Juan
Vicente Torrealba, y por supuesto que vimos el programa (en esa época la TV era todo un entretenimiento, mucho más que ninguna otra cosa, pero los dueños de los canales, ni soñar con un control remoto, eran solo dos: mamá y papá). Recuerdo en la presentación había un grupo de baile, con trajes típicos, y la aprugación estaba ataviada con una especie de poncho, a la mitad del
espectáculo mi papá se paró de su silla diciendo: quien ha visto llanero con poncho andino!!!, se deben estar asando!!!. Desde entonces no recuerdo haber visto que oyera de nuevo la música de J.V. Torrealva. Muy radical.

Seguro se preguntan, si no le parabas ni media neurona a la música, ¿cómo coño te acuerdas de tantas cosas? La verdad no lo sé, supongo que son recuerdos mezclados con relatos, pero son ciertos. Todo, incluyendo el 4 en 1.

Eso sucedía por allá en los 70 - 80, durante mi infancia - preadolescencia. Luego mis hermanos empezaron a entrar en la palestra, con algunos acetatos de autores como Rubén Blades, Willie Colón, Celia Cruz (en mucha menor medida), Oscar D'León, La Dimensión Latina, Fania, Héctor Lavoe, Los Beatles y algunos otros que no logro recordar. Mis hermanas, por su parte, las menos contemporáneas conmigo: Richard Claiderman, entre los que más recuerdo, pero habían unos pocos. Mis hermanas más contemporáneas conmigo: Gillermo Dávila, Enrique y Ana, Karina, y algunos otros más.

El primer long play que compré, fue en conjunción a mi hermana menor (la misma que me ayudó a recuperar este escrito), el disco de Karina, Máscara, que nos defraudó por la falta de buenas canciones y muchos gritos! Aprendimos que comprar un disco por una o dos canciones era un fiasco, pero en ese entonces ni soñar con un "quemaito recopilao" de nuestro autor favorito, las copias ilegales eran imposibles por la imposibilidad de fabricar y grabas long plays. Las únicas copias que podían encontrarse, y que se vendían casi que clandestinamente, y prácticamente protegidos por la mafia siciliana y el mismo Al Capone, eran los casetes.

El primer autor por el que me animé a conseguir un casete grabado (aun no podía comprar un LP por mi cuenta) fue (por favor no se rían) Camilo Sesto, esa era la época de los "namoriscamientos" (léase: enamoriscamiento ó embobamiento), bella y fugáz época de mi adolescencia. El primer disco que compré de mi propio bolsillo, sopréndanse, me costó solo Bs. 10 (que representaba dos días de supervivencia en la universidad), su autor, sorpréndanse de nuevo: María Teresa Chacín. Lo compré por una canción: Mi querencia, y porque en representación de los Bs 45 que costaban a precio regular (los buhoneros no podían vender "quemaitos", pero vendían casetes) en esos días, parecía toda una ganga, y de hecho lo era, estaba en rebaja en una vieja discotienda del centro de Valencia, junto con otro montón de "basura en acetato" que no servían ni para colgarlo en el retrovisor del carro. La oferta era: 1 x 10; 2 x 15; 3 x 20: Lamentablemente no encontré nada que me animara a gastar otros 5 bolívares, porque otros 10 era inalcanzable para mi triste economía de entonces.

Luego de eso, vinieron muchos otros autores, estilos, letras, que de alguna manera me han llenado, marcado, animado, entristecido y hasta me han hecho tomar determinaciones en mi vida. Entre ellos tengo necesariamente que mencionar a Silvio Rodriguez. Siempre que menciono a Silvio tengo que decir por obligación y por orgullo que no lo elegí yo, lo heredé de mi hermano mayor Alfredo. Heredé el gusto por su estilo de música (trova cubana), por las letras enreversadas, que casi no se logran entender, pero que si lo haces, sientes como si te hubiesen iluminado y dices: ¡Cuanta razón tiene Silvio!. Canciones
como Canción del Elegido, Desnuda y con Sombrero, Ojalá, Causas y Azares, Pequeña Serenata Diurna y Fábula de 3 hermanos, y ésta última, aunque no lo crean, en diferentes épocas de mi vida ha tenido un significado diferente, siendo la misma letra y la misma música, y para otras personas significan cosas diferentes. Ese es Silvio con su magia, una misma canción, muchos significados, y probablemente no lograremos decifrar la intención o el qué llevó a Silvio a escribir tal o cual canción, al menos yo no creo haberlo hecho.

No crean que fue solo Silvio, muchos autores venezolanos de época como Ilan, Frank Quintero, Yordano, Fanco de Vita, Ricardo Montaner, Fernando y Juan Carlos, Karina (si, si, si bueno, que puedo decir, persistimos a pesar de los gritos), Kiara, Melissa, unos en mayor medida que otros, pero siempre presentes, y desde que descubrí que mi estano de ánimo puede cambiar con una canción o que mi concentración para estudiar o trabajar mejora cuando escucho música, no he parado de oirla, apreciarla, prestarle atención a su letra, hacer parte de mi vida, y a veces cantarla a solas (si, a solas, para evitar las risitas de "este si es loco"). Me encanta. He desarrollado la capacidad de apreciar muchos estilos, ritmos y letras, pero aunque la escuche, no todas las aprecio, y a veces no las soporto, por ejemplo "la chica que más aplaude" que horrible, en una fiesta medio paloteado, se vale, pero de seguro no la encontrarán en mi colección de MP3, y el heavy metal no va conmigo, algunas canciones de Gun's and Roses como November Rain las tengo y las oigo, así como de AC/DC, Kiss, Metálica, y algunos otros, pero solo suaves, en lo que empiezan a gritar, salgo huyendo despavorido.

No puedo dejar de mencionar que algunos gustos los he heredado, como el caso de Silvio, pero no de mis hermanos, sino de mis sobrinos (herencia ascendente), si bien no de todos, de algunos de ellos. Nunca hubiese imaginado que estaría cantando y bailando "De pata negra", mucho menos "Aterciopelados" o "Desorden Público", "U2", "Kingchangó", "La ley", "Avril Lavigne", junto a otros que ahora no recuerdo, pero que por acompañarlos los escuché una vez, y su estilo, ritmo y letras, me atraparon, y pasaron a formar parte de mis MP3.

Me gusta el merengue, sobre todo las canciones de Juan Luis Guerra, también la salsa (Gilberto Santa Rosa es parte ineludible de mi ambiente de trabajo) y no tengo problemas en oir una canción de una y luego cambiar a otro estilo y ritmo opuesto, si la canción me gusta, sigo oyendo.

Si pudiese hacer una lista de mis autores y/o cantantes, me tomaría mucho tiempo, y tendría que recurir a mi computadora para ver que hay allí almacenado, desenpolvar viejos LP y/o CD, casetes, e incluso recurrir a la memoria de mis hermanos, para hacerla completa. No quiero alardear, pero tengo algunas horas de vuelo en cuanto a música se refeire. Soy oyente, esclusivamente, nada de escribir letras ni música, mucho menos cantar (me llevarían preso por hacer escándalos públicos).

Oigo un poco de música de la que le gusta a mi mamá, de la que oia mi papá, mis hermanos, amigos, sobrinos, novias, allegados y algunas selecciones particulares, con algunas especializaciones en cuanto al género, estilo y letra. No me gusta toda, pero me gusta mucha. Y de esa mucha, la mayoría me ayuda a animarme, alegrarme, olvidarme de los problemas e incluso a concentrarme en esos días difíciles, del resto casi toda me agrada, y de seguro hay una poca que me entristece, y unas cuantas que me hacen llorar.

No los fastidio más, empecé queriendo hacer un comentario, y luego no pude parar de escribir. Sigan trabajando o haciendo lo que hacían antes de leer esta novela.

Gracias por leerme

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