Simón Díaz, su Vaca Vieja y su Caballo Mariposa
Autor, cantante, compositor e intérprete, conocido y reconocido nacional e internacionalmente
Venezuela extendió su música, esa música nacida de un cuatro, arpa y maracas, de la mano de Simón Díaz y muchos otros venezolanos llenos de talento. Sus canciones, mayoritariamente venidas de la cotidianidad del llanero venezolano, y de la vida campesina, adornadas y ordenadas en letras y música, expuestas con su voz inconfundible, llena de sentimiento y de amor por estas tierras, lo llevaron a escenarios internacionales, y le dieron otra dimensión a ese sentimiento nacional, y una razón más para sentirnos orgullosos de haber nacido en estas tierras.
Soy hijo de llanero con madre caraqueña criada en La Victoria, ambos en familias de pocos recursos, pero mucho orgullo, honestidad, principios y valores familiares, honor y lealtad. En mi familia nunca faltó una historia de algún familiar lleno de dinero que dejó a fulano o a sutano sin medio en el bolsillo por enamorarse de una o uno que no estaba a su "altura". Nunca faltaron las historias de interminables trayectos a caballo con el agua en la barriga del caballo, de viajes a la "capital" de semanas de duración, de morocotas y tesoros escondidos, de silbones, sayonas, espantos y aparecidos. Mi niñez transcurrió entre cuentos de manos peludas, historias de amores imposibles escapados con finales felices, lleno de olores a dulces, tortas, caramelos, suspiros, polvorosas, coquitos, besitos de coco, dulce de cabello de ángel con piña, lechoza, higo, jaela de mango y pare de contar, sazonados con comida casera criolla como arepitas dulces, cachapas con queso de mano y mantequilla, caraotas negras y rojas, jojotos sancochados, queso blanco duro llanero, crema de leche, pasteles de carne, de pollo, de pescado e infinidades de variedades de comidas con carnes y vegetales que mi madre a bien tenía el agrado de preparar por una ocasión u otra, o bien solo porque "le gusta a Ramón".
Hago toda esa introducción, con motivo del cumpleaños de Simón Díaz, porque escuchar Caballo Viejo o La Vaca Mariposa, me evoca a esa época, donde todo era mas sencillo, donde aun eramos una familia unida, donde los fines de semana eran toda una nueva espectativa de saber que haríamos, de sentarnos alrededor del único televisor un domingo por la noche a ver todos el mismo programa o la misma película.
La música de Simón nunca faltó en mi casa. A diferencia de lo que puedan imaginar, no era mi papá quien traía esa música, a ciencia cierta no se quien la habrá introducido la primera vez, pero por lo que recuerdo, mis hermanos mayores se encargaron de comprar aquellos discos de acetato extintos, con cada nueva publicación de un álbum de Simón. Había toda una colección de sus discos, seguramente muy imcompleta, pero suficiente para pasarse algunas horas escuchandolas todas.
Si con eso no es suficiente, una de mis hermanas, talentosa en la ejecución de cuatro y guitarra, se encargaba de ejecutar esas canciones, junto con algunas otras, cuando la ocasión lo pedía, y créanme que no fueron pocas. Recuerdo especialmente ocasiones de lluvia (y a veces sin ella), cuando la luz fallaba, y nos sacaba a todos de las tareas cotidanas, al porche de la casa, sentados como se podía (eramos unos 6 y solo 2 sillas), entonando canciones, acompañados del cuatro o de la guitarra, y en raras ocasiones, de ambos.
Simón Díaz ha sido siempre querido entre nosotros, apreciado por su música, valorado como venezolano, e imitado lo mejor posible, no puedo menos que agradecerle por traerme hoy tantos y tan gratos recuerdos de esos tiempos que no olvidaré, y que espero, de alguna manera, poder mostrarselos a los hijos que Dios ponga en mi camino.
No es justo que personas que han dado tanto por su talento innato, al final de su vida, cuando más deberían disfrutar de todo lo sembrado y cosechar solo frutos maduros y llenos de dulzura, caigan o sean atrapados por males ingratos como el alzhaimer. Yo conocí a dos abuelas solamente, mis abuelos murieron antes que yo pudiese llegar a este mundo, y solo una de mis abuelas, la madre de mi papá, era abuela sanguínea, mi otra abuela se ganó ese título y trato por su cariño para conmigo, y mis hermanos. Ninguna de ellas pasó por algo así, cada una con sus achaques y malestares que las aquejaban, pero siempre lúcidas y atentas, así las recuerdo siempre, llenas de amor y de brazos abiertos, preguntando de todo, siempre atentas y contentas de tenernos en sus rodillas. Así deberían ser todos los abuelos, y mas aquellos que solo han dado amor a los suyos, el simple hecho de dar amor, debería inmunizarlos contra ese tipo de enfermedades. Lamentablemente no es así, y algunos nietos no disfrutarán de esa belleza de amor, cariño, consentimiento, miradas cómplices y sonrisas de aprobación que mis abuelas me regalaron en multitud de ocasiones. Solo espero esa falta sea compensada de alguna manera.
Solo me queda por decir Feliz cumpleaños Tío Simón, y gracias por tanto.
Gracias por leerme
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