¿Cómo debemos ser?
Reflexionando...
Quiero compartir esta anécdota que viví hace ya mas de un año, en los días antes de salir de Venezuela, y que me ha hecho reflexionar en días recientes.
Estando en el consulado de Colombia en Venezuela, en Caracas, luego de hacer mi correspondiente cola y pagar el monto solicitado para el trámite, me entregan mi respectivo numerito y me indican que pase a la sala de espera, para la verificación de los documentos para la solicitud.
La sala estaba mas o menos concurrida, ya en otras ocasiones había estado alli y me pareció normal la cantidad de personas, no vi nada extraño ni particular y simplemente decidí sentarme lo mas cerca que pude de la puerta donde sabía que me llamarían a esperar mi turno.
Sin percatarme, elegí sentarme justamente en la fila de asientos que día a día utilizan las personas que van a ese consulado para solicitar la apostilla de documentos. El asiento que elegí, estaba como de cuarto lugar en esa fila, habían dos personas en la punta, y quedaron otros tantos de cada lado mio. Como dije, al llegar no noté nada extraño, pero estando sentado si noté que, a pesar de haber muchos sitios libres, una chica y su amiga, se sentaron justo al lado, a mi derecha, y mas tarde otra chica se sienta a mi izquierda. No es que sea feo, no, pero tampoco como para que tres mujeres decidan, así no mas, sentarse cerca de mi, sin razón aparente. Imaginé que solo fue coincidencia, y no le di mas vueltas al asunto.
Veo en la pantalla que llegó mi número y me dirijo a que me atiendan así sin mas, entro y entrego los documentos solicitados, y estoy sencillamente esperando alguna indicación de la señora que me esta atendiendo.
Unos pocos minutos después, la señora que se encontraba de primera en la fila donde me había sentado, y desde la puerta de la oficina donde yo estaba y, dirigiéndose a mi, dice:
- Usted si que nos supo colear, ¿no?
A lo que respondo:
- ¿Disculpe? No entiendo a que se refiere señora
- Que yo estoy de primera en la cola, y usted pasó primero
Yo aun sin saber de que hablaba, le digo
- Perdone señora, pero no se a que se refiere
En ese momento, la señora del consulado que me esta atendiendo, se dirige a la señora de la cola y le dice:
- ¿Usted porque le habla así al caballero? No tiene usted derecho ni razón para hablarle de esa manera. Yo llame al caballero!!
La señora un poco apenada y sorprendida, responde:
- El estaba en la cola de apostilla, detrás de mi y de otras personas
La señora del consulado le dice:
- El señor no viene por apostilla, le exijo que lo respete
La señora de la cola se fue bastante confundida, y a mi parecer apenada. Yo aun sin entender mucho, me sentí muy bien tratado, alguien que no me conocía en absoluto exigió respeto hacia mi persona y mi actuar, a sabiendas de que no era real la acusación que se hacía en mi contra.
Ese es el tipo de comportamiento que nos hace falta a los Venezolanos en Venezuela (fuera de Venezuela sabemos hacerlo), exigir respeto y hacer valer nuestros derechos y los de los demás.
A los venezolanos nos han sabido separar, y no solo los actuales ocupantes del máximo cargo de la nación, sino también los anteriores, nos han hecho pelear unos con otros, y a solo defender lo que nos duele, sin darnos cuenta al defender, no solo lo que nos duele, sino lo que le duele a otros, nos unimos y formamos entre nosotros lazos que son mas fuertes que las balas.
El bachaquero solo piensa en él mismo, al igual que el que se colea, o soborna, o al que busca al "amigo" para que se "agilice" algún trámite o lo atienda primero. Pero no solo ellos sino también quienes le compramos al bachaquero, o a quienes nos convertimos en el "amigo" que "agiliza" los trámites.
Los Venezolanos debemos construir un país donde la ética, la moral, las buenas costumbres, el respeto y la consideración sean parte integral de cada uno.
Si bien es cierto que cierta clase social, durante mucho tiempo se empeñó en pisar al resto, ese pensamiento capitalista convirtió a Venezuela y a los venezolanos en ciudadanos que se sentían a menos, sin apoyo de nadie que hiciera valer las leyes, en ese entonces se decía que "la ley solo aplica para los que no tienen dinero", y eso provocó que aquellos que nos sentíamos a menos, quisiéramos un cambio, y el cambio vino, pero luego ese cambio se convirtió en lo mismo que quisimos cambiar, pero aumentado, porque ahora el dicho es que "la ley se aplica para los que están en contra del 'proceso'", o sea que no es lo mismo, pero es igual.
Yo me negué a comprar al bachaquero, a buscar al "amiguito", a comerme una luz roja, pero también tome, como muchos, la necesidad y la integridad física como excusa para "mirar a otro lado" cuando veía algún comportamiento o hecho extraño, y pasé a caminar rapidito para no ser una víctima mas.
Un país no es un gobierno, los países se forman con sus ciudadanos, y hago resaltar que no es lo mismo "vivir" en un país, que ser un "ciudadano" de un país.
Quiero compartir esta anécdota que viví hace ya mas de un año, en los días antes de salir de Venezuela, y que me ha hecho reflexionar en días recientes.
Estando en el consulado de Colombia en Venezuela, en Caracas, luego de hacer mi correspondiente cola y pagar el monto solicitado para el trámite, me entregan mi respectivo numerito y me indican que pase a la sala de espera, para la verificación de los documentos para la solicitud.
La sala estaba mas o menos concurrida, ya en otras ocasiones había estado alli y me pareció normal la cantidad de personas, no vi nada extraño ni particular y simplemente decidí sentarme lo mas cerca que pude de la puerta donde sabía que me llamarían a esperar mi turno.
Sin percatarme, elegí sentarme justamente en la fila de asientos que día a día utilizan las personas que van a ese consulado para solicitar la apostilla de documentos. El asiento que elegí, estaba como de cuarto lugar en esa fila, habían dos personas en la punta, y quedaron otros tantos de cada lado mio. Como dije, al llegar no noté nada extraño, pero estando sentado si noté que, a pesar de haber muchos sitios libres, una chica y su amiga, se sentaron justo al lado, a mi derecha, y mas tarde otra chica se sienta a mi izquierda. No es que sea feo, no, pero tampoco como para que tres mujeres decidan, así no mas, sentarse cerca de mi, sin razón aparente. Imaginé que solo fue coincidencia, y no le di mas vueltas al asunto.
Veo en la pantalla que llegó mi número y me dirijo a que me atiendan así sin mas, entro y entrego los documentos solicitados, y estoy sencillamente esperando alguna indicación de la señora que me esta atendiendo.
Unos pocos minutos después, la señora que se encontraba de primera en la fila donde me había sentado, y desde la puerta de la oficina donde yo estaba y, dirigiéndose a mi, dice:
- Usted si que nos supo colear, ¿no?
A lo que respondo:
- ¿Disculpe? No entiendo a que se refiere señora
- Que yo estoy de primera en la cola, y usted pasó primero
Yo aun sin saber de que hablaba, le digo
- Perdone señora, pero no se a que se refiere
En ese momento, la señora del consulado que me esta atendiendo, se dirige a la señora de la cola y le dice:
- ¿Usted porque le habla así al caballero? No tiene usted derecho ni razón para hablarle de esa manera. Yo llame al caballero!!
La señora un poco apenada y sorprendida, responde:
- El estaba en la cola de apostilla, detrás de mi y de otras personas
La señora del consulado le dice:
- El señor no viene por apostilla, le exijo que lo respete
La señora de la cola se fue bastante confundida, y a mi parecer apenada. Yo aun sin entender mucho, me sentí muy bien tratado, alguien que no me conocía en absoluto exigió respeto hacia mi persona y mi actuar, a sabiendas de que no era real la acusación que se hacía en mi contra.
Ese es el tipo de comportamiento que nos hace falta a los Venezolanos en Venezuela (fuera de Venezuela sabemos hacerlo), exigir respeto y hacer valer nuestros derechos y los de los demás.
A los venezolanos nos han sabido separar, y no solo los actuales ocupantes del máximo cargo de la nación, sino también los anteriores, nos han hecho pelear unos con otros, y a solo defender lo que nos duele, sin darnos cuenta al defender, no solo lo que nos duele, sino lo que le duele a otros, nos unimos y formamos entre nosotros lazos que son mas fuertes que las balas.
El bachaquero solo piensa en él mismo, al igual que el que se colea, o soborna, o al que busca al "amigo" para que se "agilice" algún trámite o lo atienda primero. Pero no solo ellos sino también quienes le compramos al bachaquero, o a quienes nos convertimos en el "amigo" que "agiliza" los trámites.
Los Venezolanos debemos construir un país donde la ética, la moral, las buenas costumbres, el respeto y la consideración sean parte integral de cada uno.
Si bien es cierto que cierta clase social, durante mucho tiempo se empeñó en pisar al resto, ese pensamiento capitalista convirtió a Venezuela y a los venezolanos en ciudadanos que se sentían a menos, sin apoyo de nadie que hiciera valer las leyes, en ese entonces se decía que "la ley solo aplica para los que no tienen dinero", y eso provocó que aquellos que nos sentíamos a menos, quisiéramos un cambio, y el cambio vino, pero luego ese cambio se convirtió en lo mismo que quisimos cambiar, pero aumentado, porque ahora el dicho es que "la ley se aplica para los que están en contra del 'proceso'", o sea que no es lo mismo, pero es igual.
Yo me negué a comprar al bachaquero, a buscar al "amiguito", a comerme una luz roja, pero también tome, como muchos, la necesidad y la integridad física como excusa para "mirar a otro lado" cuando veía algún comportamiento o hecho extraño, y pasé a caminar rapidito para no ser una víctima mas.
Un país no es un gobierno, los países se forman con sus ciudadanos, y hago resaltar que no es lo mismo "vivir" en un país, que ser un "ciudadano" de un país.
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